O, Señor, tú quien eres el refugio del pobre y necesitado, te pedimos que nos salves de la peste que acecha en las sombras y la plaga que destruye a mediodía. Sé nuestro sol y escudo. Sé nuestra fortaleza. Sé nuestro consuelo este día. Que no temamos ningún mal, sino que más bien confiemos en tu poder para salvar y tu sabiduría para guiar, a fin de que podamos descansar siempre bajo la sombra del Omnipotente. En el nombre de Aquel quien sana nuestras dolencias. Amen.

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